Comprensión Lectora 6-4



Al inicio de nuestra existencia, los seres humanos no se diferenciaban mucho físicamente entre sí. Todos tenían características comunes, como un cuerpo cubierto de pelos, un rostro simiesco, un caminar ligeramente encorvado, etc.
Pero hoy, está situación ha cambiado, si ves a tu alrededor comprobarás que tus amigos, vecinos y familiares son de distinto aspecto físico, porque durante el proceso de evolución aquel "hombre mono" fue cambiando su color de piel, cabellos, color de ojos; su forma de entender el planeta, religiosidad y su manera de relacionarse con la naturaleza, fabricación de herramientas, técnicas agrícolas, por ese motivo encontrarás que las personas son distintas entre sí, en rasgos físicos, la cultura que poseen, idioma, costumbres, etc., y aquellas experiencias vividas que nos hace ser unidos.
Es bueno recordar que, a pesar de nuestras diferencias, todos tenemos algo en común que nos une y que olvidamos frecuentemente, son nuestros orígenes. Las otras diferencias físicas, entre otras, son diferencias "causales", quiere decir que han sido determinadas por la forma como nos hemos adaptado a diferentes situaciones a lo largo del tiempo y según la cultura en la que nos hemos creado.

Debemos tener en cuenta que somos seres humanos por encima de nuestras diferencias físicas o culturales, ahí radica el vínculo que debe hermanarnos y sobre el cual debemos establecer las bases para hacer de nuestra sociedad un mundo más justo, fraterno e igualitario, es decir, más humano.


Los descubrimientos de Pasteur acerca de los microorganismos, siempre presentes en la naturaleza, tuvieron importantes consecuencias para la Medicina.
Él, opinaba que las enfermedades surgían por el ataque de gérmenes procedentes del exterior del organismo.
Esta teoría les parecía ridícula a muchos de sus contemporáneos, pero sus investigaciones demostraron que estaba en lo cierto.
Una de las aportaciones de Pasteur fue la de dar a conocer la historia del "carbunco", una enfermedad del ganado vacuno que provocaba diversas muertes al año.
      Demostró que era causada por un bacilo y que se podría evitar si se vacunaba a los animales con bacilos debilitados: inoculó a 25 ovejas y dejó sin vacunar a otras tantas. Les introdujo el bacilo y predijo que las primeras vivirían, y así ocurrió.
El éxito de esta empresa le animó a seguir estudiando otras enfermedades, como la septicemia, el cólera, la difteria, la tuberculosis, la viruela y la rabia.
Sus descubrimientos acerca de la prevención de la rabia fueron las que tuvieron una mayor repercusión. Experimentó con la saliva de animales afectados y llegó a la conclusión de que la enfermedad residía en los centros nerviosos.
Inyectó un extracto de la médula espinal de un perro infectado a otro sano y este mostró signos de rabia. Pasteur consiguió desarrollar una forma atenuada del virus que podía usarse en las vacunas.
En 1885 llegaron al laboratorio de Pasteur, un chico y su madre. El joven había sufrido mordeduras por parte de un perro rabioso y pidieron a Pasteur que le aplicara el nuevo tratamiento para conseguir salvarse. Durante diez días el chico fue inoculado con el virus de la rabia más potente que se conocía y, al final, consiguió salvarse.
Las investigaciones sobre la rabia llevaron a Pasteur a crear un instituto en 1888 en París, destinado a la lucha contra la enfermedad. Lo dirigió hasta su muerte y acabó llamándose el Instituto Pasteur. Hoy en día es uno de los centros más importantes del mundo para el estudio de las enfermedades infecciosas y otros temas relacionados con los microorganismos.
Cuando Pasteur murió en 1895 era considerado un héroe en Francia. Recibió multitud de honores y su cuerpo fue incinerado en el Instituto.

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